El dinero nos vuelve vagos.
Sigo manteniendo la teoría, de que el arriba está abajo. Somos piratas intentando darle la vuelta al barco, hacemos como si cerrasemos los ojos en la sala de cine cuando va a comenzar la película de terror y el acomodador ya no es persona, si no un robot insensible. Que nos pasa, que vamos con el cuello torcido dejandonos llevar por una obsesión, por tener más que el otro para estar con el que el pobre no puede estar. Ya no veo crecer un poco de hierba al lado de casa, incluso la que fumo ya me sabe a mierda, porque ya nadie hace nada por amor, lo hacen por dinero y eso no renta. Cada vez más paro, más disparos, mas decir y no hago, no importa lo de al lado si a mi no me afecta porque no me molesta en lo que estoy endeudado. Tristes son todos aquellos que no se dan cuenta de que hemos corrompido los valores de la magia en el alma del que quiere calma y paz para mantener siempre la llama encendida y encontrar de nuevo su hogar.